Nuestro Manifiesto



Desde los inicios de la imprenta los autores nos hemos encontrado con obstáculos que hacen difícil el acceso a los sistemas de publicación y por consiguiente a la difusión de la producción literaria. Los métodos y alcances de este tipo de censura, si se quiere, han sido variados, pero su existencia es un hecho indiscutible que inicia – en occidente – con la elección personal de Gutenberg para la realización de su “primera impresión” (La vulgata latina de 42 líneas).

La represión de instituciones de poder y las “autorizaciones reales” (una de ellas reproducida en las primeras páginas de Don Quijote de la Mancha) son un claro ejemplo de que la decisión sobre lo que se publica y lo que se deja de publicar, nunca dependió de los lectores ni de los autores. 

En la actualidad, algunas corporaciones editoriales, dejando de lado la calidad literaria, optan por el lucro inescrupuloso en desmedro de la cultura y el buen gusto, dando continuidad a una práctica que a lo largo de la historia ha derivado en un hecho que atenta contra el buen juicio: Por cada obra de alta calidad literaria que se publica, muchas de calidad similar son condenadas al olvido, convirtiéndose en el suculento festín de ratones y polillas. 

Hasta finales del siglo XX el modelo editorial fue mutando en sus formas y estrategias, siempre a favor del enriquecimiento de un pequeño grupo de corporaciones, a tal punto que el propio Franz Kafka murió habiendo publicado apenas algunos pocos relatos en pasquines, hasta que un “editor”, desatendiendo la voluntad del propio autor, decidió publicarlo póstumamente. 

Ese modelo editorial del siglo XX, todavía vigente, no solamente condena al ostracismo a obras que, tal vez, merecerían figurar en los anales de la literatura, sino que da lugar a comentarios (totalmente apegados a la realidad, por cierto) como el que realizara el escritor español Carlos Sisí en las redes sociales: "Cada vez que compras un libro, un distribuidor se compra una camisa, un editor una camiseta, un librero un café y un escritor un chicle".

No obstante, ya iniciada la segunda década del siglo XXI, vivimos una coyuntura extraordinaria. Las nuevas herramientas tecnológicas – encabezadas por el Internet y todos los dispositivos electrónicos que orbitan su entorno – nos colocan a vera de una verdadera Revolución Editorial. 
La publicación electrónica está al alcance de todos, y aunque esto acarree algunos aspectos negativos, las obras literarias de calidad ya no están obligadas a morir de soledad en obscuros y polvorientos cajones. Sin embargo, aunque el potencial de las nuevas tecnologías nos presenta un panorama favorable para la difusión de la cultura, también enfrentamos nuevos desafíos.

Los molinos que enfrentaba Don Quijote son ahora gigantescos rascacielos de cristal, en relación simbiótica con ejecutivos y CEOs que observan desde sus alturas y pergeñan el modo de seguir haciendo de la cultura un “producto explotable” y seguir exprimiendo bolsillos para deleitar con sus jugos a sus cuentas en paraísos fiscales. 

Sólo así puede explicarse que, aunque se ha recorrido un largo camino en la administración digital de documentos, todavía no exista un formato estándar para los libros electrónicos. Según los datos que podemos obtener de la historia y al observar los objetivos de mercadeo y las batallas económicas que se desarrollan entre grandes entidades, como por ejemplo, Amazon, Apple y Google, se anuncia que la lucha sin cuartel por el dominio del nuevo mercado editorial, será aún más cruenta en un futuro próximo.

Existe en ello un peligro latente: Una gran porción del mercado editorial seguirá estando en manos de mercaderes inescrupulosos. 

No es momento para letargos, porque ya hay corporaciones al acecho procurando la forma de apoderarse de un nuevo mercado incipiente, el de los libros electrónicos.

Hasta ahora, los autores independientes nos entretenemos en las redes sociales, intercambiando halagos y alimentando nuestros egos mutuamente, limitando nuestros logros a la satisfacción que nos provoca el puñado de comentarios “5 estrellas” que cosechamos.

Estamos pasando por alto la inédita posibilidad de ponernos en contacto directo con los lectores, de comenzar una verdadera revolución en la que los autores asuman el lugar que les corresponde, conectándose con los lectores sin intermediarios que controlen el mercado y que encarezcan un producto vital para el crecimiento intelectual y moral de la sociedad. 

Es cierto que no todos acuden al llamado de la historia, algunos lo ignoran, otros simplemente no lo escuchan, pero las condiciones están dadas para la Gran Revolución Editorial.

Tomar las riendas de nuestro destino como autores, plantear estrategias, definir formatos, otorgar acceso irrestricto a la cultura, depende de nosotros. Dejarlo en manos de otros será una falta grave que la historia juzgará con dureza.

Habiendo considerado lo antedicho y dispuestos a asumir nuestro papel para dar impulso a una verdadera Revolución Editorial, hemos decidido crear la Sociedad de Autores Independientes (SAINDE), cuya Declaración de Principios exponemos a continuación.


DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS


LA CULTURA Y EL ACCESO AL CONOCIMIENTO SON DERECHOS UNIVERSALES INALIENABLES – Las Sociedad de Autores Independientes y cada uno de sus miembros, defiende el derecho universal e inalienable a la cultura y al acceso al conocimiento, como un medio imprescindible para elevar los valores intelectuales y morales de la sociedad.

La defensa de este derecho será nuestra causa principal e irrenunciable.

PRINCIPIOS DE NO DISCRIMINACIÓN – La Sociedad de Autores Independientes defiende el principio de igualdad, por lo cual rechaza cualquier criterio discriminatorio, ya sea entre sus asociados o ante terceros. El principio de no discriminación es absolutamente irrenunciable, ya que pensamos que todo proyecto solidario requiere de la participación de todos, sin importar su condición, filiación u origen.

SOLIDARIDAD – Fundamos la Sociedad de Autores Independientes sobre el principio de solidaridad entre sus miembros y con las demás instituciones, organizaciones e individuos que compartan nuestros preceptos fundamentales y defiendan los intereses de los autores independientes.

Entendemos que la “solidaridad” hará fuerte a la Sociedad de Autores Independientes, apoyándonos mutuamente, bajo el criterio cooperativo de “aportar lo que se pueda y obtener lo que se necesita”.

RECHAZO A LA EXPLOTACIÓN Y AL LUCRO INESCRUPULOSO – Rechazamos, abierta e incondicionalmente toda forma de explotación e intentos por convertir a la cultura y al acceso al conocimiento en objetos de especulación comercial.

Entendemos por explotación, cualquier imposición arbitraria de condiciones que no puedan ser negociadas, tales como imposición de precios, comisiones, formatos, retención de impuestos o cualquier otra imposición unilateral que no cuente con la anuencia de los autores.

DEFENSA DEL DERECHO DE RÉPLICA Y REPRESENTACIÓN – Defendemos el derecho de los autores a ser representados en la defensa de sus intereses y derechos ante todas las instancias, ya sean instituciones públicas o privadas, empresas o cualquier otra contraparte.

No admitimos bajo ningún concepto, condiciones impuestas por terceros que puedan aplicarse a nuestra producción intelectual, si éstas no cuentan con nuestra aprobación.

DEFENSA DEL “SOFTWARE LIBRE” COMO PLATAFORMA DE LOS LIBROS ELECTRÓNICOS – Defendemos el uso de software libre (o bajo licencia GNU) como base para el desarrollo de formatos de libros electrónicos, ya que entendemos que la difusión de la cultura y el conocimiento, no puede ser rehén de intereses privados a través de licencias o derechos reservados.

Nadie debe abrogarse el derecho de “secuestrar” la difusión de la cultura y el conocimiento, por lo que rechazamos el uso de software que no haya sido declarado de uso libre, con el fin de evitar futuras limitaciones en la distribución de libros electrónicos.

DEFENSA DEL DERECHO A EXPRESARSE LIBREMENTE – No admitimos ni admitiremos ningún tipo de censura o condicionamiento de ninguna índole sobre la producción intelectual. El derecho a expresarse libremente es inalienable y lo defenderemos a ultranza ante todas las instancias.

Consideramos a la censura como una violación directa y deliberada al derecho universal a la cultura y al acceso al conocimiento.

Habiéndose enunciado nuestra Declaración de Principios, anunciamos la creación de la Sociedad de Autores Independientes como instrumento principal de la defensa de los mismos, resultando éstos en la base filosófica que guiará todas las acciones de esta sociedad.

Asimismo, convocamos a todos los escritores, instituciones, agrupaciones e individuos que compartan nuestros principios, a adherirse a nuestra iniciativa y participar activamente en pos de una verdadera revolución editorial.

En el lugar y fecha indicados por cada uno de los firmantes, se suscribe el presente manifiesto, asumiendo y reconociendo a sus suscriptores como “Miembros Fundadores” de la Sociedad de Autores Independientes.



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